PRIMAVERA

dijous, 30 de novembre del 2017

SENSA MEDICACIÓ

Noruega implementa el primer hospital psiquiátrico libre de medicamentos

 


Como resultado de una forma de entender los conceptos de salud, paciente, medicina y bienestar, entre otros, se cree que todos los seres humanos pueden ser tratados de la misma manera, y que, por ejemplo, una depresión es idéntica en una mujer de 50 años que en un adolescente de 16, en un hombre que perdió a su esposa o en una joven que no puede dormir por las noches. Y bajo esa premisa, a todos se les ofrece la misma solución: un fármaco cuya promesa es devolverlos a la normalidad, lo que sea que esto signifique. Asimismo, este entendimiento de la salud mental es tan dominante que pensar en otras alternativas suele ser considerado un exabrupto, un pensamiento descabellado o una charlatanería.

  Recientemente, sin embargo, en Noruega se está impulsando un proyecto que busca demostrar la factibilidad de la alternativa, esto es, que es posible desprender la salud mental y psiquiátrica del enfoque farmacológico que la ha dominado en los últimos 50 años.En la remota ciudad de Tromsø, en el norte de la península escandinava, se encuentra el Hospital Psiquiátrico de Åsgård, que desde la entrada anuncia su particularidad:medikamentfritt behandlingstilbud”, “tratamiento libre de medicamentos”, consigna impulsada por el propio ministerio de salud del país y que, entre otros propósitos, busca explorar otras formas de tratar la mente y sus trastornos. 

¿En qué consiste la alternativa? Dicho con brevedad y simpleza: en escuchar al paciente. Merete Astrup, directora de la institución, describe así la especificidad de esta perspectiva:

Es una nueva forma de pensar. Antes, cuando las personas buscaban ayuda, se les daba siempre a partir de las necesidades de los hospitales, no de aquello que los pacientes querían. Estábamos habituados a decir a los pacientes: “Esto es lo mejor para ti”. Pero ahora les decimos: “¿Qué quieres en realidad?”. Y ellos pueden decir: “Soy libre. Puedo decidir”.
Asimismo, Magnus Hald, jefe de los servicios psiquiátricos del Hospital Universitario del Norte de Noruega, añade:

Tenemos que considerar que la perspectiva del paciente es tan valiosa como la del médico. Si los pacientes dicen que esto es lo que quieren, por mí está bien. Se trata de ayudar a las personas a que sigan adelante con sus vidas, de la mejor forma posible, y nosotros deberíamos ayudar a las personas a seguir, tomando medicamentos si es lo que quieren, y respaldarlos si quieren intentarlo sin medicamentos. Deberíamos hacer eso posible.

 Por el momento no es posible saber hasta dónde llegará este proyecto puesto en marcha en Noruega. Sin embargo, el solo gesto de escuchar al paciente psiquiátrico es, para los médicos que los tratan, un gran paso cuya dirección podría ser quizá un entendimiento de la salud y el bienestar como estados que manan directamente de la subjetividad y las circunstancias personales.

dilluns, 13 de novembre del 2017

GRAN MURALLA VERDE EN EL SAHARA

 En África se está construyendo un inmenso muro que puede ayudar a salvar la vida del planeta. Se trata de un proyecto que están llevando a cabo, en colaboración, 14 países de este continente con el que se están plantando millones de árboles alrededor del desierto del Sahara con el objetivo de frenar el cambio climático.

   La grave crisis producida en el continente en 2004 como consecuencia del cambio climático consiguió movilizar a más de 20 países —la mayoría de ellos rodean el desierto del Sahara— para hacer algo. También se sumaron organizaciones internacionales e institutos de investigación para crear y colaborar con el proyecto de la Gran Muralla Verde de África.

 El proyecto se puso en marcha en el año 2007 tras ser aprobado por la Unión Africana y los resultados son sorprendentes. La idea era construir un muro de árboles de casi 8.000 kilómetros de largo y de  15 km de ancho entre Senegal, al oeste, y Djibouti, en el este. El objetivo era frenar el avance del Sáhara hacia el sur, es decir, impedir la desertificación. Tras una década de trabajo, ya se están viendo los resultados, sobre todo en países muy implicados con esta iniciativa como Senegal.

Los millones de árboles que se han plantado pertenecen a varias especies nativas, como el datilero del desierto, el ciruelo indio o las acacias. Principalmente se han escogido estos árboles porque se adaptan al clima, en concreto las acacias son resistentes frente a la sequía y su sombra ahorra el uso de agua en las explotaciones agrícolas.

Con una inversión de casi 7.000 millones de euros, la misión de la Gran Muralla Verde de África es doble: por un lado, mitigar los efectos del cambio climático y, por otro, evitar la desertización de unas tierras de las que depende la supervivencia de millones de agricultores locales. Aún queda mucho trabajo por hacer, ya que, además de la plantación de árboles, se va a construir un dique y un gran sistema de riego para potenciar la agricultura en los países africanos más afectados por el hambre.
Sin embargo, esta muralla verde tiene sus detractores. Bajo argumentos como que un desierto es un ecosistema natural y sano, muchos críticos rechazan la idea de este proyecto. Los escépticos critican el trato que está recibiendo el Sahara: creen que se está tratando como una enfermedad cuando, en realidad, es un proceso natural. Pero esta idea no es actual, a finales de los 90 ya era difícil defender la posibilidad de invadir los desiertos ya que había pruebas científicas de que la deforestación era culpa de la variabilidad del clima.

 La muralla podría evitar una catástrofe humanitaria en el futuro por culpa del hambre. Según cifras de la ONU, cerca de 500 millones de africanos van a ver cómo se deteriora su calidad de vida por culpa del calentamiento global. Además de ello, unas 60 millones de personas van a tener que abandonar sus hogares por culpa de la desertificación del Sahara y Sahel. Estemos de acuerdo o no, este proyecto debe seguir adelante ya que la subsistencia de todos esos millones de personas que viven cerca de la muralla depende de ello.